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Los grupos de trabajo de hoy, las Hacenderas del ayer 

De cómo un grupo personas disperso en su  ubicación y profesión aportan de forma comunal para la consecución de la proclamación de Patrimonio de la Humanidad a Sigüenza y su espejo en las antiguas Hacenderas o Zofras aragonesas.

Argumentaba la ex directora del Museo Arqueológico Nacional Sanz Gamo (2004), que no basta con la voluntad de una corporación municipal, si ésta no posee los recursos para hacer frente a las necesidades.

Encontramos en el trascurso de nuestra historia estímulos de trabajo comunal que han ido fluctuando, tanto en los actores como en sus formas. Como ejemplo, basta con recordar las Corveas medievales o las Hacenderas del Régimen Liberal, que se han mantenido hasta la actualidad en el medio rural.

Los habitantes de más edad de la Serranía guadalajareña, recordarán la llamada a la ‘Cendera’ o ‘Facendera’ de la temporada, de cómo acudían al repique de las campana, ataviados con ropas y utensilios de trabajo, a una jornada de trabajo y beneficio al común del pueblo y sus habitantes.

Beneficio al pueblo, ya que apuntalaba los trabajos a los que el Concejo podía a duras penas satisfacer su gestión de forma externa; y beneficio al conjunto de sus habitantes que veían que la especialidad de cada uno no era una diferenciación, sino un complemento muy necesario para la consecución del objetivo; creando así mismo, un enriquecedor ambiente que limaba tanto las diferencias sociales como las querellas que enfrentaban a algunos vecinos.

En la actualidad, los trabajos comunales han caído en desuso o han sido intercambiados por impuestos monetarios de carácter obligatorio, que teóricamente permite atender todas sus necesidades.

 La priorización que se da en la distribución de estos impuestos deja al descubierto, sin embargo, otras necesidades más cercanas, o como en nuestro caso, más difíciles de satisfacer si no es con la colaboración mutua y comunal, y es ahí donde el conjunto de la población empieza a buscar la forma en la que pueden colaborar voluntariamente.

Salvando las distancias, pero como continuación de esa tradición de acudir a la “zofra”, “facenderas” o “Cendera”, que se está ya perdiendo en nuestros pueblos, y dando respuesta a esa proporcionalidad entre inversión, necesidades reales y alcance social, es a lo que algunos amantes de nuestro territorio han respondido con estas breves líneas.

Bajo la premisa de que el modelo es replicable en la actualidad utilizando las nuevas tecnologías, podemos atender  la llamada de Letras Vivas a unirnos desde cada una de nuestras muy diversas ubicaciones, al objeto de reclamar para Sigüenza y su comarca el galardón de Patrimonio Mundial; volviendo a poner en funcionamiento, como antaño se hacía, esta herramienta que forma parte nuestro patrimonio inmaterial que es la llamada a “hacenderas”.

Ojalá que entre todos lo consigamos, es algo que de derecho Sigüenza y su comarca se merecen.

                 Juan Manuel Monasterio Cruz

Asociación de amigos del Museo de Molina de Aragón

Letras Vivas