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Mujeres en la historia de Sigüenza

Es innegable que Sigüenza es un deleite de muestras histórico-artísticas de categoría y gran belleza pero más allá de esto, está la huella que han dejado sus gentes, que es patrimonio vivo, patrimonio inmaterial.

En esta ocasión, ponemos la mirada en un valor a veces silenciado o invisibilizado: el papel de las mujeres en la historia de nuestro municipio como motor social, y lo hacemos de la mano de los documentos del archivo histórico municipal, revisados con esmero por nuestra archivera, Amparo Donderis Guastavino, rastreando los oficios de mujer y el legado de nuestras antecesoras.

Así encontramos que, en el ámbito sanitario, en la Edad Media, las mujeres cumplían funciones de parteras, comadres y hospitaleras, recogidas en tratados de medicina como “El Libro de las Artes de las comadres”. A veces mencionaban su nombre, como el de la partera Catalina Izquierdo, en el SXVII o Francisca, la hospitalera de la Estrella, que cuidaba a personas pobres en los hospitales de nuestra localidad.

Se sabe que allá por el s.XVI, María Sobaños, una señora de buena posición, dejó en testamento toda su fortuna para que las muchachas desfavorecidas tuvieran una dote y se pudieran casar lo que en aquel entonces era una de las pocas opciones para progresar, dados los diferentes roles asignados al género que limitaban sus oportunidades.

En este sentido, rompiendo con los estereotipos más tradicionales de la época, sabemos que varias de las tabernas que hubo en nuestra ciudad estaban regentadas por mujeres, como la Taberna de Ana Arteta y la de Isabel de Pozancos. 

Muy importante para la mujer fue la llegada del s.XVIII, ya que, con la Ilustración y el empuje de una cordobesa, María Castejón y Aguilar, se permitió en 1784 que las hilanderas se incorporasen a las magníficas fábricas de alfombras que hubo en Sigüenza y con las escuelas femeninas, muchas mujeres encontraron una nueva profesión remunerada.

Por supuesto, también destacan aquellas que participaron en las guerras; unas, en tareas auxiliares vinculadas con tareas de cuidado y otras, en primera línea del frente, como Dominica Fernández empuñando armas o la viuda María la Tabernera que trabajó como espía.

Y de forma constante, las mujeres trabajaban en los campos y en las casas y poco a poco conquistaban diferentes espacios económicos, sociales y políticos, avanzando en igualdad, y así, hasta la fecha, creciendo como sociedad, con un latir común, el amor por Sigüenza, por la defensa de su patrimonio y por su progreso vivo y en constante evolución.

Centro de la Mujer de Sigüenza

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